The “Arab Spring Index”. Analyzing the democratization of the Tunisian Revolution through the Political Opportunity Theory.
...
Llumiquinga Vilatuña, Ana María | 2020-10-30
Uno de los consensos de la política comparada se centra
en la idea de que las elecciones y sus órganos reguladores
son el corazón de la democracia representativa (Dahl,
1971; Schattschneider, 1942/1964). A través de estas
instituciones los ciudadanos expresan sus preferencias
para decidir quién o quiénes serán los titulares de los
poderes Legislativo y Ejecutivo. En particular, respecto
a las elecciones, tres son las funciones esenciales que
cumplen: producir representación, producir gobierno y
producir legitimidad (Anduiza y Bosch, 2012, p. 64; Vallés
y Bosch, 1997, p. 16). Por su parte, la principal función
de los órganos electorales es llevar a cabo procesos
limpios, transparentes, justos y eficientes. Como bien lo
ha precisado la teoría política en las últimas décadas, las
elecciones (y sus órganos) son una condición necesaria,
pero no suficiente, para definir un sistema político como democracia, hacerlo conllevaría una comprensión
minimalista de ésta, en la cual el sujeto es el votante y no
el ciudadano (Brenes, 2009, p. 1; Freidenberg, 2013, p. 18;
O’Donnell, 2007, p.14).
Sin ánimo de entrar en la riqueza del debate doctrinario,
lo cierto es que en las democracias contemporáneas es
central para el juego político el papel de las elecciones
—libres, justas, competitivas, igualitarias, universales e
imparciales— llevadas a cabo por instituciones igual de
transparentes. No en vano, Gianfranco Pasquino (2014)
insiste en recordar el carácter técnico que conlleva un
proceso electoral y lo concibe como “una característica
sustancial e ineludible sin la cual no se puede hablar
de democracia … Si no se vota, si los representantes y
gobernantes no son designados mediante procesos
electorales, no tenemos democracia de ningún tipo” (p. 30).
Igualmente, Romero (2016) recalca que las elecciones han
procurado “enraizar la democracia y construir ciudadanía,
ser simultáneamente el espacio donde se expresan de
forma ordenada las divergencias sociopolíticas y el punto
de encuentro de los ciudadanos” (p. 93).
Por ello, el objetivo principal de este trabajo es responder
a la siguiente pregunta de investigación: ¿la confianza
política hacia las elecciones y órganos electorales en el
último año de gobierno de Evo Morales se explica por la
percepción de la situación económica o por el desempeño
presidencial? Si bien en América Latina se ha producido
una ola de investigaciones en torno a la confianza política,
muy pocos trabajos han abordado el caso boliviano en los
últimos años. En general destacan, entre otros, los trabajos
de Alcántara (2012), Bargsted y Torcal (2015a; 2015b),
Paramio (2015), Mair (2015), Palazuelos (2012) y Zovatto
(2018). La mayoría de estos y otros trabajos brindan un análisis regional del tema, por eso es pertinente llevar a
cabo estudios de caso, especialmente en países que han
vivido recientes sobresaltos políticos.
En este sentido, el caso boliviano llama la atención, ya
que con la llegada de Evo Morales al poder se dio una
reestructuración institucional radical, se fomentaron
políticas expansivas del gasto y un mayor intervencionismo
estatal. Asimismo, con el “primer presidente indígena” se
alteraron las relaciones de poder, en términos fácticos,
pero también en el imaginario y en lo simbólico. Cabe
recordar que Morales, al igual que otros presidentes de
la Marea Rosa, gozó de una gran aprobación ciudadana,
ostentó amplios poderes institucionales recogidos en
la Constitución y contó con amplias mayorías de su
partido en el Legislativo. Esto permitió que el presidente
gobernara sin problemas durante muchos años, siempre
y cuando las rentas obtenidas por las materias primas
hubiesen sido significativas (Campello, 2015; Levitsky y
Roberts, 2011; Pogrebinschi, 2013).
A partir del 2014, con la caída de los precios del petróleo los
gobiernos progresistas de la Marea Rosa vieron tambalear
sus proyectos políticos. En Bolivia, la crisis económica
sacó a la luz ciertos problemas estructurales que se creían
erradicados con la llegada de Morales. Por ello, en 2016, el
pueblo no perdonó sus desatinos políticos ni económicos
y el “No” ganó en un referéndum en el que se preguntaba
a la ciudadanía si permitía la repostulación de Morales a
las próximas elecciones. Desafiando la decisión popular
e ignorando su espíritu plebiscitario, Morales acudió al
órgano judicial (bajo su poder) para lograr ser candidato
presidencial. El fin de esta trama política mostró que
el pueblo, bajo ninguna condición, soporta o soportará
comportamientos autoritarios de sus gobernantes. Comoanálisis regional del tema, por eso es pertinente llevar a
cabo estudios de caso, especialmente en países que han
vivido recientes sobresaltos políticos.
En este sentido, el caso boliviano llama la atención, ya
que con la llegada de Evo Morales al poder se dio una
reestructuración institucional radical, se fomentaron
políticas expansivas del gasto y un mayor intervencionismo
estatal. Asimismo, con el “primer presidente indígena” se
alteraron las relaciones de poder, en términos fácticos,
pero también en el imaginario y en lo simbólico. Cabe
recordar que Morales, al igual que otros presidentes de
la Marea Rosa, gozó de una gran aprobación ciudadana,
ostentó amplios poderes institucionales recogidos en
la Constitución y contó con amplias mayorías de su
partido en el Legislativo. Esto permitió que el presidente
gobernara sin problemas durante muchos años, siempre
y cuando las rentas obtenidas por las materias primas
hubiesen sido significativas (Campello, 2015; Levitsky y
Roberts, 2011; Pogrebinschi, 2013).
A partir del 2014, con la caída de los precios del petróleo los
gobiernos progresistas de la Marea Rosa vieron tambalear
sus proyectos políticos. En Bolivia, la crisis económica
sacó a la luz ciertos problemas estructurales que se creían
erradicados con la llegada de Morales. Por ello, en 2016, el
pueblo no perdonó sus desatinos políticos ni económicos
y el “No” ganó en un referéndum en el que se preguntaba
a la ciudadanía si permitía la repostulación de Morales a
las próximas elecciones. Desafiando la decisión popular
e ignorando su espíritu plebiscitario, Morales acudió al
órgano judicial (bajo su poder) para lograr ser candidato
presidencial. El fin de esta trama política mostró que
el pueblo, bajo ninguna condición, soporta o soportará
comportamientos autoritarios de sus gobernantes. Como análisis regional del tema, por eso es pertinente llevar a
cabo estudios de caso, especialmente en países que han
vivido recientes sobresaltos políticos.
En este sentido, el caso boliviano llama la atención, ya
que con la llegada de Evo Morales al poder se dio una
reestructuración institucional radical, se fomentaron
políticas expansivas del gasto y un mayor intervencionismo
estatal. Asimismo, con el “primer presidente indígena” se
alteraron las relaciones de poder, en términos fácticos,
pero también en el imaginario y en lo simbólico. Cabe
recordar que Morales, al igual que otros presidentes de
la Marea Rosa, gozó de una gran aprobación ciudadana,
ostentó amplios poderes institucionales recogidos en
la Constitución y contó con amplias mayorías de su
partido en el Legislativo. Esto permitió que el presidente
gobernara sin problemas durante muchos años, siempre
y cuando las rentas obtenidas por las materias primas
hubiesen sido significativas (Campello, 2015; Levitsky y
Roberts, 2011; Pogrebinschi, 2013).
A partir del 2014, con la caída de los precios del petróleo los
gobiernos progresistas de la Marea Rosa vieron tambalear
sus proyectos políticos. En Bolivia, la crisis económica
sacó a la luz ciertos problemas estructurales que se creían
erradicados con la llegada de Morales. Por ello, en 2016, el
pueblo no perdonó sus desatinos políticos ni económicos
y el “No” ganó en un referéndum en el que se preguntaba
a la ciudadanía si permitía la repostulación de Morales a
las próximas elecciones. Desafiando la decisión popular
e ignorando su espíritu plebiscitario, Morales acudió al
órgano judicial (bajo su poder) para lograr ser candidato
presidencial. El fin de esta trama política mostró que
el pueblo, bajo ninguna condición, soporta o soportará
comportamientos autoritarios de sus gobernantes. Como consecuencia, Morales, tras casi 14 años en el poder, tuvo
que exiliarse, en medio de protestas y abandono popular
(Basabe, 2017; Levitsky y Roberts, 2011; Stefanoni, 2020).
Este estudio está estructurado de la siguiente manera.
Primero, se realiza una revisión de la literatura sobre
la confianza institucional, en la que se abordan,
esencialmente, trabajos para América Latina. Segundo,
se evalúa la confianza política a nivel regional en seis
instituciones (procesos electorales, órganos electorales,
poder Ejecutivo, poder Legislativo, poder Judicial y
partidos políticos). A la par, se profundiza en dos de ellas
a nivel de países. Tercero, se responde a la pregunta de
investigación mediante la estimación de un modelo logit
ordenado. Por último, se presentan los hallazgos de la
investigación y se plantean conclusiones. Para realizar este
análisis se utilizan los datos de la encuesta para Bolivia de
la oleada 2018/2019, del Proyecto de Opinión Pública de
América Latina (LAPOP) de la Universidad de Vanderbilt.
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